Tosca sublime en la Bastille
- Philippe Marton
- 2 dic
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Pierre Audi's now-famous Tosca has returned to the Opéra Bastille in Paris with its enormous cross flying above the stage—there's no doubt that this cross owes much to Dalí and his Corpus Hypercubus at the Met Museum. It's not a production that I find particularly brilliant, although, for example, its Te Deum is visually extraordinary. However, Tosca's ending, without her leaping from Castel Sant'Angelo—something that it's more practical for the soprano in Audi's production—is weak and strange.
This time, the singers are the main attractive of this production. Saoia Hernández, who has already sung this production alongside other operatic greats, like Joseph Calleja, now performs alongside two legends: Roberto Alagna and Jonas Kaufmann. Hernández's Tosca is brilliant and lyrical to the core; with her, her voice, which has recently reached its peak, becomes a colossus of immense timbral beauty. Her Vissi d'Arte is a priceless gem, where she avoids superficiality and culminates in a Puccini interpretation of the highest caliber.
Alagna embodies an eternal Cavaradossi, just like himself: full of energy, with mythical phrasing, superlative stage presence, and an interpretation that borders on the galactic. In his soaring high note, singing Vittoria!, we see the enormity of Roberto Alagna, who has already conquered stages worldwide and returns to the Bastille with his vital Victoria. His cry, amidst torment, will remain an anthem to freedom and to great singing. Alagna is a living legend, and with Puccini, he demonstrates it like no other. His Mario in Paris was an event we will not soon forget. On opening night, the applause for the Divo seemed to last an eternity.
Another legend of singing, Jonas Kaufmann, sings alongside Saoia Hernandez as Mario. In today's performance, December 2, 2025, Kaufmann sang an extraordinary Mario. His voice is no longer that of his youth, but it is more convincing and full of a warmer timbre that lends his Mario superlative strength and quality. His "È lucevan le stelle" was a masterclass in singing and a demonstration of how a well-cared-for voice can continue to sing with supreme beauty for centuries.
Scarpia was first interpreted by an Alexey Markov in a state of grace. Dark, powerful, virile, and lyrical, Markov created a Scarpia that transcends the simple and reaches absolute perfection. Today, December 2, the cast also changed in the role of Scarpia, with a magnificent Ludovic Tézier. He sings Scarpia with the ease of someone who needs no effort to sing, and although Scarpia is enormously difficult, Tézier manages to give it a sublime touch accompanied by a spectacular display of technique. Tézier is the quintessential Scarpia: structured, warm, formidable, and yet beautiful.
We also want to highlight Amin Ahangaran's superlative Angelotti and André Heyboer's beautiful and remarkable Sagrestano.
The Paris Opera Orchestra and Chorus, under the baton of Ukrainian conductor Oksana Lyniv, sounded wonderful and very cohesive. Lyniv's interpretation of Puccini is excellent; in fact, she is already one of the most renowned Puccini conductors, and this was evident at the Bastille. However, she doesn't usually focus on the singers and conducts with a strong concentration on herself, which wasn't a problem here because she had such outstanding singers who could conduct the orchestra themselves from the stage.
Philippe Marton






La ya célebre Tosca de Pierre Audi ha vuelto estos días a la Ópera Bastille de París con su enorme cruz volando sobre el escenario -no se puede dudar que esa cruz le debe mucho a Dalí y su Corpus hypercubus del MET-. No es una producción que me parezca especialmente genial, aunque por ejemplo su Te Deum resulta visualmente extraordinario, pero por ejemplo el final de Tosca, sin lanzarse del Castel Sant'Angelo -algo que resulta muy práctico para la soprano- es flojo y extraño.
Esta vez la producción la marcan los cantantes. Saoia Hernández, quien ya cantó esta producción al lado de otros grandes de la lírica como Joseph Calleja, ahora lo hace al lado de dos grandes mitos: Roberto Alagna y Jonas Kaufmann. La Tosca de Hernández es brillante y lírica hasta la médula, con ella su voz, que ha tomado en el último tiempo su mejor forma, se convierte en un coloso de enorme belleza tímbrica. Su Vissi d'Arte es una perla de valiosísima calidad, donde huye de lo superficial y se corona con una lectura pucciniana de altísimo nivel.
Alagna encarna a un Cavaradossi eterno como él mismo: lleno de energía, con un fraseo mítico, una calidad escénica superlativa y una interpretación que roza lo galáctico. En su enorme agudo entonando Vittoria!, vemos la enormidad del Roberto Alagna que ya se comió antes todos los escenarios del mundo y que retorna a la Bastille con su Victoria vital. Su grito, entre el tormento, quedará como un himno a la libertad y al buen canto. Alagna es una leyenda viva y con Puccini lo demuestra como nadie. Su Mario en París ha sido un evento que tardaremos en olvidar. El día del estreno los aplausos para el Divo duraron una eternidad.
Otra leyenda del canto, Jonas Kaufmann canta al lado de Saoia Hernández como Mario. En la función de hoy, 2 de diciembre de 2025, Kaufmann ha cantado un Mario extraordinario. Su voz ya no es la de la juventud, pero resulta más convincente y llena de un color más cálido que confiere a su Mario una fuerza y calidad superlativas. Su È lucevan le stelle ha resultado en una clase magistral de canto y de como una voz bien cuidada puede seguir cantando durante siglos con belleza suprema.
Scarpia ha sido interpretado primeramente por un Alexey Markov en estado de gracia. Oscuro, potente, viril, lírico, Markov ha creado un Scarpia que trasciende lo simple y llega hasta la perfección absoluta. Hoy día 2 de diciembre el cast ha cambiado también en el rol de Scarpia con un pletórico Ludovic Tézier. Él canta Scarpia como aquel que no necesita esfuerzo para cantar y, aunque Scarpia es enormemente difícil, Tézier consigue darle un toque sublime acompañado de un derroche técnico espectacular. Tézier es el Scarpia por excelencia, estructurado, cálido, temible y a la vez bello.
Queremos también destacar el superlativo Angelotti de Amin Ahangaran y el Sagrestano bello y notable de André Heyboer.
La orquesta y los coros de la ópera de París, bajo la batuta de la ucraniana Oksana Lyniv suenan de maravilla y de forma muy compacta. Lyniv hace una lectura de Puccini que resulta excelente, de hecho, ella es ya ahora mismo una de las directores de orquesta más reconocidas en Puccini y eso se ha notado en la Bastille. Pero por otra parte ella no acostumbra a estar pendiente de los cantantes y dirige muy concentrada en sí misma, cosa que aquí no ha sido problemática porque contaba con enormes figuras del canto que pueden dirigir la orquesta ellos mismos desde el escenario.
Philippe Marton




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