Alagna's legendary and infinite vocal power

Last Thursday, October 30th, Roberto Alagna, a living legend of opera, landed at the Gran Teatre del Liceu, courtesy of Puccini. He gifted a completely devoted Barcelona audience with a recital dedicated entirely to the composer from Lucca. Me -Roberto- and Puccini: something very intimate and familiar, as he himself described the recital, speaking directly to the audience at the beginning, and continuing in this way throughout the evening, engaging in a continuous and very close dialogue with the attendees. Alagna no longer needs to prove anything to anyone; he has an impeccable and stellar career behind him, where he has always shone like a single star with his warm, velvety, and at the same time, challenging and groundbreaking voice. And today, as he himself acknowledged at the start, he is no longer a young man and his voice is not what it once was, but his energy remains at its peak, as if he were still 25 years old, and that's how it felt throughout the entire evening. A dazzling display of breath control, vocal technique, lyricism, and proof that his voice, despite the passage of time, can still handle anything. Moreover, he didn't limit himself to singing four pieces and leaving to fill out his record, as many divas an divos do today, but rather he enjoyed the audience, basked in their affection, and even sang both versions of La speranza from Che gelida manina from Puccini's La Bohème, giving the audience a masterclass not only in singing but also in musical philology.

Puccini, knowing that the high C wouldn't be easy for all tenors, left two possibilities in the manuscript preserved in the Archivio Storico Ricordi in Milan. Alagna sang both. It truly seemed like an unsurpassed and unique masterclass, more than a concert. Alagna was accompanied by a pianist, Jeff Cohen, but he didn't need a piano—besides, the Baltimore pianist wasn't at his best—because he could fill the entire theater and move everyone with his voice alone, just as he did during the two-hour recital.

In the end, the tenor also had no problem offering countless encores, always singing Puccini. In fact, the masterclass wasn't just about singing, but entirely pucciniana, because we were able to revisit, through various arias and excerpts, Puccini's entire oeuvre. Very few singers will ever have on their curriculum vitae the ability to perform a complete Puccini cycle at the age of 62, and to do so with full technical and vocal prowess, leaving the audience on the verge of tears. Long live the king of opera.

Dr. Eloi de Tera

© A. Bofill | Gran Teatre del Liceu

El pasado jueves 30 de octubre Roberto Alagna, leyenda vida de la ópera, aterrizó brevemente en el Gran Teatre del Liceu de la mano de Puccini. Y lo hizo para regalar a un público barcelonés completamente entregado un recital dedicado íntegramente al compositor de Lucca. Yo -Roberto- y Puccini, algo muy íntimo y familiar, como él mismo describió el recital hablando directamente con el público al empezar y así lo hizo toda la noche, en un diálogo continuo y muy cercano con los asistentes. Y es que Alagna no necesita ya demostrar nada a nadie, a sus espaldas lleva una carrera impoluta y estelar donde siempre ha brillado como una única estrella con su voz cálida, aterciopelada y, a la vez, desafiante y rompedora. Y hoy, como él mismo recordó al empezar, ya no es un jovenzuelo y su voz no es la misma, pero su energía continua en lo más alto, como si tuviera aún 25 años y así fue toda la velada. Un derroche de fiato, de técnica vocal, de lirismo y de que su voz, a pesar del tiempo, aún puede con todo. Además no se limitó solo a cantar cuatro piezas e irse para llenar el exepediente, como muchos divos hacen hoy, sino que disfrutó con el público, se dejó querer y hasta cantó las dos versiones de la Speranza de Che gelida manina de La Bohéme de Puccini, dándolo una lección magistral al público no solo de canto, sino de filología musical. Puccini, sabiendo que el Do de pecho no sería algo fácil para todos los tenores, en el manuscrito conservado en el Archivo Ricordi de Milán, dejó dos posibilidades. Alagna cantó las dos. Realmente pareció una masterclass insuperable y única que un concierto. Alagna vino acompañado de un pianista, Jeff Cohen, pero ni lo necesitaba -aparte de que el pianista de Baltimore no estaba en su mejor día-, porque podía él solo con su voz llenar todo el teatro y emocionarlo, igual como lo hizo en las dos horas de recital. Al final, el tenor tampoco tuvo problema en regalar infinitos bis siempre cantando Puccini. De hecho, la lección magistral no fue solo de canto, sino completamente pucciniana, porque pudimos repasar, en variadas arias y fragmentos, toda la obra de Puccini al completo. Muy pocos cantantes tendrán nunca en su curriculum que han sido capaces de hacer un completo de Puccini a la edad de 62 años y haberlo hecho con plenas facultades técnicas y vocales y con el público al borde del llanto. Larga vida al rey del canto.

Dr. Eloi de Tera