Walküre in Paris: A robotic dog without horses

As happened last year with Rheingold, Calixto Bieito's production was so highly anticipated, given the director's track record in other productions such as his Tristan und Isolde at the Vienna State Opera, that the final result is disappointing. Bieito is no longer the director he once was, and when Wagner becomes complex and grandiose with his absolute Gesamtkunstwerk – Der Ring des Nibelungen – Bieito pales in comparison. This time, the main stage prop is a fresh robotic dog; there's not much else to this production, which is also disconnected from last year's performance and just as boring, although this time, unlike last year, the dramaturgy has been much more developed. The only wonderful thing about this production were Sarah Derendinger's videos - because Bieito knows how to surround himself with the best ones - which had given prominence to the music.

Musically, there has been a significant improvement. The orchestra, under the direction of Heras Casado, sounds more magnificent and powerful this time, just as the score demands. It's clear that the maestro from Granada has poured his heart and soul into rehearsals this time. And, on the general rehearsal of the 8th November, the Bastille was filled with a Valkyrie that was opulent, passionate, and musically rich. Despite this, it is by no means the best or most exciting Wagner performance of our time.

Vocally, one voice stood out above all others: Elza van den Heever, who embodied Sieglinde. Her Sieglinde is otherworldly, atomic, full of a vocal power that explodes miraculously in both the highest and lowest registers in a divine interpretation. Beside her, Tamara Wilson is a Brünnhilde with impeccable timbre, full of vocal strength that, in the famous Valkyrie shoutings, is superlative yet as sensitive as crystal. Christopher Maltman, who has already sung this role in London, was a Wotan who is not so germanic, but extraordinary and full of a special and unforgettable color. This time, his final invocation—"Wer meines Speeres Spitze..."—was monumental. Günther Gröissbock has already created an iconic Hunding, and in Paris, his voice fits sounds like a new bike. His voice emerges with the power of a true spinning master, with that dark, guttural timbre that only he can produce. Stanilas de Barbeyrac tackles the extremely complex role of Heldentenor that Siegmund demands, he sings it with the necessary heroism and gravitas, often with a certain lyricism that is not particularly wagnerian, but with a result that is full of musical beauty. Ève-Maud Hubeaux delivered an elegant and passionate Fricka, imbued with an attractively mysterious quality. The 6 Valkyries sounded sensational in their appearance in the third act and full of a revolutionary power that in the Bastille is historically wonderful.

Dr. Eloi de Tera

Como sucedió el año pasado con Rheingold, la producción de Calixto Bieito era tan esperada, por el nivel del director en otras producciones como su Tristan und Isolde de la Wiener Staatsoper, que el resultado final desilusiona. Bieito hoy ya no es el que era y cuando Wagner se convierte en complejo y grandilocuente con su Gesamtkunstwerk absoluta -Der Ring des Nibelungen-, Bieito se empequeñece. Esta vez, el gran recurso escénico es un perro robot de última generación, no hay mucho más en esta producción, que además es inconexa con la parte presentada el año pasado y igual de aburrida, aunque esta vez, a diferencia del año pasado, la dramaturgia se ha trabajado mucho más.

En lo musical mucho se ha mejorado. La orquesta bajo la dirección de Heras Casado suena esta vez más apoteósica y stürmig, tal como la partitura requiere. Se nota que esta vez el maestro granadino se ha dejado la piel en los ensayos. Y en el general del día 8 la Bastille se llenó de una Walküre opulenta, apasionada y rica musicalmente hablando. A pesar de ello, no es esta, ni de largo, la mejor interpretación de Wagner de nuestros días ni la más emocionante. La única pieza maravillosa de esta producción son los videos de Sarah Derendinger -porque Bieito sabe rodearse de los mejores- que dan relieve a la música.

En lo vocal, hay una voz que destacó por encima de todas, Elza van den Heever, quien encarnaba a Sieglinde. Su Sieglinde es sideral, atómica, llena de una corporeidad vocal que estalla milagrosamente tanto en lo agudo como en lo más profundo en una interpretación divina. A su lado, Tamara Wilson, es una Brünnhilde tímbricamente impecable, llena de fuerza vocal que, en sus célebres gritos de Valquiria, es superlativa y a la vez sensible como el cristal. Christopher Maltman, quien ya interpretó este papel en Londres, es un Wotan poco germánico, pero extraordinario y lleno de un color especial que resulta inolvidable y que, esta vez, en su invocación final -Wer meines Speeres Spitze...- resultó monumental. Günther Gröissbock ha creado ya un Hunding icónico y que en París le sienta como una bicicleta nueva y su voz sale con la fuerza de un verdadero maestro del spinning, con ese color oscuro y gutural que solo él sabe dar. Stanilas de Barbeyrac afrenta el complejísimo rol de Heldentenor que Siegmund demanda. El francés lo canta con la heroicidad y empaque necesarios, muchas veces con un cierto lirismo poco wagneriano, pero con un resultado que resulta lleno de belleza musical. Ève-Maud Hubeaux firmó una Fricka elegante y apasionada, impregnada de un color atractivamente misterioso. Las 6 Valquirias resultaron en su aparición en el tercer acto sensacionales y llenas de una potencia revolucionaria que en la Bastille resulta históricamente maravillosa.

Dr. Eloi de Tera