American Candy Color fan Tutte

Teatro alla Scala presents Wolfgang Amadeus Mozart's Così fan tutte, one of the Salzburg genius's most brilliant and comical operas. This production by Robert Carsen and Luis F. Carvalho is a vibrant display of garish pastel colors, reminiscent of American candy colors, as if we were in a pink and blue Mulholland Drive burger joint. This is accompanied by simultaneous video projections and various other quirky elements, all in keeping with the latest trends in stage design. The final result is showy and captivating, but at times excessive, making it difficult to fully appreciate the music. Even the singers struggle to sing on a constantly moving stage.

Alexander Soddy, with his young but diligent baton, delivers a purely classical and beautiful Mozart, full of contrasts, evocative modulations, and an orchestral sound that is among the finest to be heard at Teatro alla Scala. Elsa Dreisig sang a passionate and lyrical Fiordiligi with a voice that is a true treasure. The Despina of the legendary Sandrine Piau is undoubtedly one of the most unique marvels you will hear this year at La Scala. Nina van Essen's Dorabella is also a pearl, full of color and a very Mozartian flexibility. Luca Micheletti was a fleshy and gentle Guglielmo, with a wide range where every note enhances the beauty of Mozart. Likewise, Giovanni Sala as Ferrando dazzled in this production. Finally, Gerald Finley's Don Alfonso was lyrical and crystalline, completing an extraordinary cast that the audience applauded without pause.

G. Strozzi

El Teatro alla Scala presenta Così fan tutte de Wolfgang Amadeus Mozart, una de las óperas más brillantes y a la vez cómicas del genio de Salzburgo. Lo hace con una colorista producción de Robert Carsen y Luis F. Carvalho. Producción llena de colores pastel chillones a lo american candy color, como si nos encontraramos en una hamburgeseria color rosa y azul de Mulholland Drive, acompañados por proyecciones simultáneas con vídeos y variadas ocurrencias siguiendo la moda más actual en lo que a puestas en escena se refiere. El resultado final es efectista, atrayente, pero a veces excesivo para poder disfrutar de la música, los propios cantantes tienen dificultades para cantar en un escenario que está moviéndose continuamente.

Alexander Soddy con su joven, pero diligente batuta, firma un Mozart puramente clásico y bello, lleno de contrastes, modulaciones sugerentes y un sonido orquestal que es de los mejores que se pueden escuchar en el Teatro alla Scala. Elsa Dreisig cantó una Fiordiligi apasionada y lírica con una voz que es un auténtico tesoro. La Despina de la mítica Sandrine Piau es, sin duda, una de las maravillas más únicas que podrán escuchar este año en la Scala. La Dorabella de Nina van Essen es también una perla llena de color y una ductilidad muy mozartiana. Luca Micheletti fue un Guglielmo carnoso y amable, con un registro amplio donde cada nota realza la belleza de Mozart. Asimismo, Giovanni Sala como Ferrando deslumbró en esta producción. Finalmente, el Don Alfosno de Gerald Finley fue lírico y cristalino completando un cast extraordinario que el público aplaudió sin pausa.

G. Strozzi