Le Nozze at Opéra Garnier

On Saturday, the Opéra Garnier in Paris premiered the production of Wolfgang Amadeus Mozart's Le Nozze di Figaro done by Netia Jones in 2022, with a new cast. Da Ponte's celebrated libretto, based on Beaumarchais's work and a key embryo of the French revolutionary movement, returned to Paris in a stage interpretation by Netia Jones that attempts to expose the power dynamics surrounding an opera house, setting the action backstage at the Opéra Garnier itself. The idea is brilliant and works extraordinarily well on stage, but as a social critique of the operatic world, it falls short and lacks the force of Beaumarchais's original work because it omits the key element of the current operatic mafia—the singers' manager and the poor paid singers—and a more incisive critique. Despite this, the stage direction and set design were brilliant.

Musically, the production was not always at the same level. Antonello Manacorda's conducting was more romantic than mozartian, and although the orchestra sounded excellent and Manacorda conducted the singers perfectly in the difficult terzetto, sestetto, octet, and final tutti, the interpretation of Mozart from the pit felt somewhat lackluster. Gordon Binter's Figaro, in turn, was subdued and failed to convince the audience. Figaro is the key figure in this Mozart, and if Figaro lacks the vocal power to make the piece shine, the entire performance falls down. Binter has an exceptional baritone voice, but he doesn't project it adequately and is barely audible; moreover, his Italian diction is unconvincing. The problem of diction was also present in the recitatives of some of the singers, especially Figaro and Christian Gerhaher as Count Almaviva. What was magnificent in the arias fell flat in the recitatives, where it was impossible to understand what they were saying. The recitatives seemed poorly rehearsed, and they are not a minor detail in Le Nozze di Figaro. Despite this, Gerhaher was a vocally superlative Count Almaviva and impeccably staged. Likewise, the great female voices of the evening—Lea Desandre as Cherubino, Sabine Devieilhe as Susanna, and Hanna-Elisabeth Müller as the Countess—made for a brilliant cast. Today, no production of Le Nozze makes sense without Desandre as Cherubino, as she has become the best Cherubino of our times. On Saturday, in Paris, in her comic characterization, she managed to shine with her voice, as always, in her two main arias.

Müller embodied a flawless Countess, vocally superlative, technically extraordinary, and with a dramatic talent that reached its full force in Dove sono i bei momenti. This was the most brilliant and lyrical moment of the evening, with Müller's performance being intimate, warm, and dazzling in the high notes and impeccably crafted pianissimi. Éric Huchet sang a striking and pristine Don Basilio, especially in La Vendetta, and James Creswell as Bartolo, with his brilliant and clear voice, was also extraordinary.

This Mozart production, despite some flaws that will surely be corrected, has a bright future and is highly recommended, as it is fresh, innovative, and visually captivating. One of its greatest successes was the introduction of the theater's ballet company at certain points and the stage recreation of the Garnier Hall of Mirrors.

Dr. Eloi de Tera

El sábado la Ópera Garnier de París estrenó la producción de Le Nozze di Figaro de Wolfgang Amadeus Mozart pensada por Netia Jones en 2022 con un nuevo cast. El célebre libretto de Da Ponte a partir de Beaumarchais, pieza clave del germen revolucionario francés, volvió a París en una interpretación escénica de Netia Jones que intenta denunciar las roles de poder que giran alrededor de un teatro de ópera, situando la acción en las bambalinas de la propia ópera Garnier de París. La idea es brillante y escénicamente funciona de forma extraordinaria, pero como denuncia social del mundo operístico se queda muy corta y no llega a la fuerza de Beaumarchais porque le ha faltado el elemento clave de la actual mafia operística, el manager de cantantes y la precariedad económica de los últimos, y una crítica más ácida. A pesar de ello, en la dirección de escena y la propia escenografía, la obra resultó brillante.

En el plano musical la obra no estuvo siempre al mismo nivel. La dirección de Antonello Manacorda es más romántica que mozartiana y aunque la orquesta sonó de forma excelente y Manacorda dirige con perfección a los cantantes en los difíciles terzetto, sestetto, octeto y el tutti final, la lectura de Mozart resultó poco fresca desde el foso. A su vez, el Figaro de Gordon Binter resultó apagado y convenció muy poco al público. Figaro es la pieza clave de este Mozart y si Figaro no tiene la suficiente fuerza vocal para hacer brillar la pieza, todo se derrumba. Binter tiene una voz de barítono excepcional, pero no la proyecta de forma adecuada y casi ni se oye, además la dicción del italiano no resulta convincente. El problema de la dicción estuvo presente en los recitativi de algunos de los cantantes, sobre todo en Figaro y en el Conde de Almaviva de Christian Gerhaher. Lo que en las arias resultaba magnífico, pinchaba en los recitativi donde ni tan solo se podía entender qué decían. Los recitativi parecieron mal ensayados y no son algo secundario en Le Nozze di Figaro. A pesar de ello, Gerhaher fue un Conde de Almaviva superlativo en lo vocal y escénicamente irreprochable. Igualmente, las grandes voces femeninas de la noche, Lea Desandre como Cherubino, Sabine Devieilhe como Susanna y Hanna-Elisabeth Müller como Contessa, marcaron un cast brillante. Hoy en día ninguna producción de Le Nozze tiene sentido sin Desandre haciendo de Cherubino, ya que ella se ha convertido en el mejor Cherubino de nuestros tiempos. El sábado en París, en su cómica caracterización, consiguió resplandecer con su voz, como siempre, en sus dos arias principales.

Müller encarnó a una Contessa sin mácula, superlativa en lo vocal, técnicamente extraordinaria y con un talento dramático que cogió toda su fuerza en Dove sono i bei momenti. Este fue el momento más brillante y lírico de la noche, con una interpretación por parte de Müller que resultó íntima, cálida y rutilante en los agudos y en los pianissimi pulcramente trabajados. Éric Huchet cantó un Don Basilio impactante y limpio, sobre todo en La Vendetta, y James Creswell como Bartolo, con una voz de brillante y clara, fue también extraordinario.

Esta producción de Mozart, a pesar de algunos fallos que se irán corrigiendo, tiene futuro y es altamente recomendable verla, porque es fresca, innovadora y muy interesante visualmente, sobre todo, uno de los grandes aciertos que fue la introducción del cuerpo de ballet del teatro en algunos momentos y la reproducción escénica de la galería de los espejos de Garnier.

Dr. Eloi de Tera